Sobre los puentes

Los puentes me fascinan tanto como me asustan y creo que este miedo algo absurdo empezó cuando era muy pequeña y cruzaba con mis padres el puente Angostura sobre el fogoso Orinoco, viajando de un lugar a otro para visitar alguna de las mitades en las que se dividían mi corazón y mi vida de niña. En aquel tiempo me asustaba el sonido que hacíamos al rodar y por un lapso que parecía eterno, aguantaba la respiración hasta que llegábamos a tierra firme como ayudándonos por sus manos en forma de nervios. Gran cantidad de pensamientos fatalistas llenaban mi cabeza propensa a la fantasía y me imaginaba perdida en aguas turbias tan oscuras como todo aquello que no alcanzaba a comprender. Más adelante, este miedo lejos de superarse cobró forma de pesadilla y hasta hoy me invade de manera recurrente mientras intento evadir la realidad. Con frecuencia el pánico irracional de transitar por una línea delgada y colgante se mezcla con otro de mis terrores, que es estar en un mar abierto entre la cons...