Quiero verte
Quiero verte y se supone que esto es fácil de decir, pero no lo es. A veces el problema es el silencio, a veces el pudor, y a veces la distancia. A veces, con palabras soy incapaz de pedírtelo, porque tendría que responderte para qué.
Quiero
verte y que me devuelvas la mirada el tiempo suficiente para que decida
esquivarte y dilatar las palabras sobre mis verdaderos deseos. Quiero que
nuestros ojos se encuentren como deteniendo el tiempo, para aprender ese
lenguaje que tarde o temprano terminaremos por construir juntos para aislarnos
del mundo.
Quiero
verte como si te hubiese conocido en la infancia, y la vulnerabilidad nos
saliera natural, como si no fuésemos un hombre y una mujer que deben temerse
como se teme a lo que confunde al cuerpo y descontrola al inconsciente.
Quiero
verte a pesar de la muerte.
A pesar de
la ruptura de mi vida en dos, desde el momento en que te fuiste, sin ser
consciente de que no hacer nada también es decidir.
Quiero
verte para reír de tus chistes malos, en lugar de con los ecos de otros chistes
que no nos pertenecen, pero que caben en un cuadrado perfecto para una pantalla
que modifica a voluntad nuestro intelecto. Quiero que seamos, por un instante,
lo que fuimos en la mente del guionista de mi vida, cuando decidió ponerte en
escena.
Quiero
encontrarte de casualidad, porque así sería más fácil, para no mostrarte tan
abiertamente mi debilidad por tu voz. Quiero tropezarme contigo como cuando uno
se encuentra un arete perdido y lo atesora, sabiendo que alguien lo echará un
poco de menos.
Quiero
verte, escucharte y tal vez tocarte, para entender si mi cuerpo se vuelve efervescente
espontáneamente o respondiendo al tuyo. Quiero reaccionar a tu acento tan lugar
común y tan canción, olvidando por un rato otras tonadas que me han hecho daño.
Quiero
verte y mirar en tus ojos si me extrañas, si me piensas, si, en serio, sientes
haberme abandonado. Quiero saber si aún me imaginas vestida en algún tono de
verde y descubres que me vestí de blanco solo para ti.
Quiero
verte para que me digas el porqué de tu ausencia, a ver si así puedo resignarme
a perder esa parte de mí que te guardabas, esa que me amó como a una hermana
cuando te faltaba una que te ayudara a despejar tus dudas de niña.
Quiero
verte y que me abraces, envolviéndome con ese halo amarillo que nos unió, desde
que eras la máxima expresión del rosa y yo la que buscaba continuamente el
tornasol.
Quiero que
estemos en silencio en medio de la noche, reduciendo a segundos una década de
lejanía, tantos días en los que las niñas que fuimos crecieron a la fuerza para
ser las que teníamos que ser, para encontrar nuestro lugar en el mundo.
Quiero
volver a mirarte a los ojos para no ocultarte nada, para tomarte de las manos y
recordar cuando te despertabas pensando en mí y en el destiempo que daba
sentido a nuestro amor platónico, ese que se deslavó cuando te perdí la pista.
Quiero
verte, saber que eres feliz, que me revivas en tus recuerdos de la misma manera
en que yo te sueño cada tanto, sintiendo que me hace falta verte cada ocaso de
semana, como cuando aprendías a cuidar la vida que trajiste al mundo.
Quiero
verte, pero tengo miedo de que esta vez, decidas mirarme de vuelta.
Comentarios
Publicar un comentario