Me hace falta presente
Las personas ansiosas tienden a vivir en el futuro, adelantarse a los acontecimientos para estar preparados y lidiar mejor con todo lo que puede salir mal y con sus miedos. Yo, soy una de esas personas. Es por eso que haber logrado vivir un poco más en el presente durante el año que más aislados hemos estado la mayoría de los terrícolas, constituye un verdadero triunfo para mí.
No puedo imaginar una temporada que haya requerido más de
mis pies en la tierra, un tiempo en el que mis alas imaginarias estuviesen más
atadas y sin embargo me sintiese más libre para temer. Con el paso de los días fluctué
entre el llanto y el desdén, me despedí muchas veces en mi cabeza de todo lo
que amo y de lo que no pude tener, llegando a resignarme a tal vez, tener que alejarme
inesperadamente del mundo que alojó mi alma para enseñarle que es muy poco lo
que puedo controlar. Como ya lo he dicho antes, me volví en mi propia S
herezade
para combatir la posible muerte de mi consciencia y todo eso sin haber
sucumbido a la enfermedad que estaba cambiando el mundo para siempre, pero es
que la afección que suele consumirme es un sentimiento de indefensión que no se
cura con una vacuna. Pero lo logré, o por lo menos hasta ahora le voy ganando a
mis antiguas ganas de adivinar el futuro, concentrándome en sentir lo que vivo
cada día, lo que descubro de mi misma y que no hubiese empezado a encarar sino
hubiese sido porque me quedé prácticamente sola con mis pensamientos.
Ahora puedo decir que, aunque falte mucho para que mi
realidad vuelva a ser la misma o, aunque tal vez nunca lo sea, ya di por
cerrado ese capítulo en el que anteponía los sueños y los miedos de niña a mis
necesidades de mujer adulta, esa costumbre de romantizar algunas cosas para darlo
todo por ellas, cuando debía estar dándolo todo por mí.
Lo cierto es que ya no hay vuelta atrás e incluso estoy aprendiendo
a reformular los recuerdos que se habían aplanado en mi cerebro, porque cuando
vivía los momentos solo estaba pensando en que acabarían y de alguna manera me los
perdía.
Hoy, estoy más dispuesta que nunca a reformularme como
concepto, a aceptar mis muchas formas de sentir, aun incomprendidas hasta por
los que me conocen desde hace tanto pero tan afines a las personas que elijo ahora
para formar parte de mi vida. De pronto, renacieron en mis unas ganas de
conocer al mundo pero que distan de ser adolescentes, de tocar cosas más tangibles
que el cielo, de besar bocas más reales que las palabras que ellas mismas articulan,
de insertarme en otros y dejarlos entrar en mí, sin detenerme en su impermanencia
porque lo que importa es quien debo ser para sobrevivir y en esas estoy, solo
que por ahora, no tengo suficiente presente.
Quisiera poder ver el pasado, presente y futuro como los ves con tus ojos al menos por una dia
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