Sobre la fantasía

Es cierto que muchos consideran que es cosa de niños, que hacerse adulto implica dejar atrás los mundos nacidos de la imaginación para adentrarse en una realidad donde las hadas y los duendes se mencionan si acaso a manera de chiste cuando se pierden las llaves. Durante toda mi vida he recibido miradas de vergüenza ajena cuando se me escapa una analogía fantástica para contextualizar una experiencia de vida, propia o ajena, y aunque no he dejado de cuestionarme de vez en cuando, pienso que eso no ha evitado que tenga los pies perfectamente sobre la tierra. Lo que si es verdad es que ser libre para soñar despierta y concebir una vida con ilusión lejos de servir para engañarme me ha servido para aceptarme.

Pensar así ha sido como ponerle un disfraz a la cotidianidad cuando necesito comprenderla, imaginar universos paralelos para aterrizar sentimientos que de otra forma se me harían apenas tangentes y encontrar personas afines en no lugares comunes con otros soñadores, para darle sentido al paraguas y la máquina de coser sobre la mesa de disección.

Ahora parece obvio que esto también condicionó algunas de mis decisiones porque hay mucho de fantasía en la arquitectura y no precisamente por la posibilidad de construir muros y escaleras, sino porque proyectar para la vida implica desconocerla y no tratar de imitarla. Además, convertir lo imposible en una historia que contar con palabras que tienen un significado finito es una de mis tantas obsesiones.

Las personas que tenemos predilección por la fantasía nos obsesionamos con los procesos creativos, con el arte que inspira y late cuál música celta para oídos que esperan por milagros y aceptamos que lo sobrenatural no está por encima de nosotros sino dentro y que magia es otro nombre para denuedo.

La fantasía es un lugar, la mutación de una memoria deconstruida, una forma de sentirse acompañado porque siempre hay la posibilidad de que exista un ser como uno en un espejo así sea mitológico. Es surrealismo, dadá y absurdo despojado de su connotación peyorativa, vivir en ella como adulto es poseer un escudo que no sirve para esconderse si no para tener la valentía de adentrarse en una vida que la mayoría de las veces demanda coraje para ser vivida.

En ella podemos ser otras personas, vivir al tiempo en el pasado, presente y futuro sin escindirnos y brillar tan intensamente que, si alguien nos viese desde las orillas del universo, nos vería como una línea que se proyectaría al infinito arrastrando verdades tan traslucidas que algunos pueden ignorarlas.

La fantasía ES y como diría Dumbledore, que esté pasando dentro de tu cabeza no significa eso que no sea real.

Si leíste este texto me gustaría mucho que escucharas la canción 1917 de Mecano https://www.youtube.com/watch?v=CPZbqOqIrKU


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