Nevi
Nadie sabe cuánto tiempo tardó en gestarse ese nuevo principio, ni si fue algo parecido a una explosión lo que resultó en esa constelación cuyos vértices al unirlos tomaban forma de libro, pero fue como si la historia de su creador o más bien, del universo que la contenía, quisiera ser escrito de nuevo por alguien con voz. De un momento a otro, varias bolas de plasma inestable decidieron enlazar su historia y prestarse para el desarrollo de formas de vida, a la distancia invisibles y mayormente vacías.
Tal vez volando
en la nada o paralizadas en el todo, planearon hacerse un hogar en un cuerpo que
no lograban distinguir, dentro de unos límites que requerían artefactos muy
avanzados para viajar y creando a partir de su propia existencia muchas
preguntas que estaban lejos de ser contestadas, pero con la certeza de que algo
superior las contenía. Sus habitantes, que difícilmente llegarán a conocerse entre
sí, saben que sus planetas nacieron cuando su cosmos que ya era antiguo, había
pasado por mucho ensayo y error y por eso pueden dejar que su consciencia
elevada lidere sus vidas para dar con el sencillo propósito de solo vivir y maravillarse
en él.
Para estos
seres la magia es su realidad, la belleza no es una aspiración porque es
inherente a su espíritu y pueden predecir el tiempo, pero no lo hacen porque ¿Para
qué? Prefieren ser sorprendidos por las lluvias luminosas de cometas y sentirse
superiores porque no tienen la necesidad de darle vueltas a nada.
Ella estaba
acostumbrada a escudriñarse en el espejo luego de cada ducha, se paraba frente
a sus defectos y los repasaba de una manera casi enfermiza pero que la hacía
sentirse en control. Se conocía cada detalle, registraba perfectamente sus resequedades
y cambios en el tono de cada centímetro de su piel y se refugiaba en su conocimiento
propio como si nada tuviese más importancia. Pero un día normal, en que le dio
por despertarse sintiéndose una diosa reparó en como por lo que parecía producto
de un hechizo se había tatuado en su piel una agrupación de estrellas, seis cuerpos
lunares flotando sin orbitar nada, incluyendo un par de rojos gemelos, escondidos
bajo el seno caído de una mujer de treinta y seis años que nunca pudo parir algo
más que una constelación.
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