Sobre las puertas
La primera puerta que utilizamos en la vida es una madre y a partir de ahí, para bien o para mal, atravesamos infinitos portales para desarrollar nuestra alma, día a día una hoja nueva se abre y se presenta en blanco para escribir sobre ella con nuestros pasos.
Atravesar una puerta es una forma de comunicarnos con el
futuro, de construir una noción de pertenencia sabiendo que dejamos el afuera
detrás de un escudo que nos protege de los elementos y el desamparo. Una puerta
nos separa de lo que no queremos ser, nos evita tener que huir de algunas
realidades que preferimos ajenas y nos da tiempo para decidir cuándo queremos encarar
ciertas verdades. Seamos poseedores de la llave o debamos tocar para que nos
dejen pasar, una puerta nos revela el concepto de público al mismo tiempo que
el de íntimo, para entrenarnos para una vida en la que tendremos que
enfrentarnos millones de veces con la necesidad de aislarnos o exponernos. En
ellas podemos dar la bienvenida a quien queramos cerca, dotarlas de sellos y
aldabas para protegernos de fuegos e indiscretos y depositar nuestra confianza
plena en sus bisagras engrasadas con nuestra voluntad para asumir donde
queremos estar.
Cerrar una puerta es una grandiosa manera de decir no, y
abrirla, una de tantas formas de emanciparse, aunque encerrarse puede ser en
ocasiones otra forma de vivir libre. No por algo se inventó la puerta y sucesivamente
el candado y la llave.
Muchos de los vanos que nos encontramos fueron levantados
por otros que recorrieron antes caminos que se cruzan con el nuestro, y están
ahí para recordarnos que es obligatorio seguir adelante probando suerte, para
hacernos experimentar desasosiego cuando nadie nos conteste y tengamos que
conformarnos con mirar a través de una ventana lo que no podrá ser.
Algunas veces las puertas pueden abatirse según convenga,
para dar consuelo a nuestro propio abatimiento, otras, pueden ser corredizas
para retar nuestra fuerza o nuestra astucia. Hay quien dice que cuando se
cierra una puerta se abre una ventana, y puede que en ese momento se vuelvan
sinónimos de oportunidad, pero a mi gusta más creer que si una puerta se cierra
es porque la llave me está esperando en otro lado o porque hay tantas puertas
como anhelos y la vida no necesariamente te da lo que quieres si no lo que
necesitas.
"L'embellie" Rene Magritte
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