La niña pato

Irónicamente, la niña pato no nació bajo un signo de agua, pero se ha pasado su vida navegando sus emociones como si no tuviese otro medio de transporte. Desde que llegase, destinada a ser la primera de su linaje, y portando un nombre de protagonista de libro, miraba su existencia como si fuese un lago interminable, temiéndole un poco a sus márgenes, pero convencida de que, para algo tenía garras en sus patas con complejo de remo, y que algún día se aventuraría a pisar la tierra, esperando romper el hechizo antidae, esa maldición de especie, que según ella le impedía volar. A veces se preguntaba para qué tenía alas, si no podía batirlas lo suficiente para migrar. Miraba con algo de tristeza a aquellos que, impulsados por una naturaleza afilada en forma de uve, podían dejar sus pantanos y sus embalses en busca de una verdadera libertad. Nadie sabe de dónde sacó la idea de que no podría surcar el cielo de sus sueños, y a veces temía ser obligada a intentarlo, pero procuraba no sumar ...