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Mostrando entradas de septiembre, 2025

La niña pato

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Irónicamente, la niña pato no nació bajo un signo de agua, pero se ha pasado su vida navegando sus emociones como si no tuviese otro medio de transporte. Desde que llegase, destinada a ser la primera de su linaje, y portando un nombre de protagonista de libro, miraba su existencia como si fuese un lago interminable, temiéndole un poco a sus márgenes, pero convencida de que, para algo tenía garras en sus patas con complejo de remo, y que algún día se aventuraría a pisar la tierra, esperando romper el hechizo antidae, esa maldición de especie, que según ella le impedía volar. A veces se preguntaba para qué tenía alas, si no podía batirlas lo suficiente para migrar. Miraba con algo de tristeza a aquellos que, impulsados por una naturaleza afilada en forma de uve, podían dejar sus pantanos y sus embalses en busca de una verdadera libertad. Nadie sabe de dónde sacó la idea de que no podría surcar el cielo de sus sueños, y a veces temía ser obligada a intentarlo, pero procuraba no sumar ...

Las cucharas que se caen

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Últimamente las cucharas me siguen. Se caen tras de mi en lugares que estoy de paso, como si les fuese magnética y quisieran ser mi séquito mientras yo parezco un Hamelin sin flauta. Se aventuran al tintineo en los cafés donde me siento a esperar que las cosas cambien, en las terrazas donde escribo historias de mil vidas que son la mía, en las pocas casas donde simulo que fui bienvenida, aunque llegué sin avisar. Siempre hay una cuchara que se resbala antes de remover el chai o tocar el helado, una que golpea el piso y tiembla contra la madera de mentira, dejándome un eco metálico que insiste, como repitiendo mis pensamientos más inapropiados, como componiendo una música de luthieres de otra dimensión. De niña me dijeron que los cuchillos suicidas eran premonitorios, que cuando se caían aparecería de la nada un hombre con sed y hambre. Pero cuando caía una cuchara, se podía esperar a una mujer, que tal vez aún no había crecido.   Alguien dijo que su suerte era la de una c...