Sobre la infertilidad

En mi cabeza he empezado este texto muchas veces, pero nunca he sabido muy bien como continuarlo, porque la mayoría de ellas ha significado revivir un duelo y sanarlo en lo que dura un trayecto de autobús, para no llegar a la casa o al trabajo abatida y desolada. No creo que se trate de escribir para superarlo ni para recordarlo desde la resignación, pero tengo este compromiso conmigo misma de asentar algunas de las cosas que he pensado en todos estos años en los que la búsqueda incesante de un hijo mutó de un sueño en una obligación, y finalmente en un vacío lleno de sollozos que no se silencian nunca por completo. Creo que la frustración por no procrear no se me acabará nunca y aunque siempre quiero decir que ya no me duele y eso es sincero gran parte del tiempo, hay instantes en los que se me cierra la garganta y me zambullo en una tristeza tan ancha y profunda que siento que me ahogo. Afortunadamente, esto pasa cada vez menos y eso que llamo resignación se parece más a la aceptació...